El avistamiento de un caballito de mar es una de las sensaciones más increíbles que puede experimentar un submarinista. Estas criaturas marinas tienen una morfología de una belleza mitológica. Si a esto le sumamos la dificultad de encontrar un “hippocampus”, hace que cuando conseguimos avistarlo nos inunde un subidón de alegría y una explosión de felicidad.
Los caballitos de mar son maestros del camuflaje. Se mecen con la corriente en sintonía con las algas a las que están adheridos o se confunden con su entorno como si formaran parte de éste. Son criaturas muy tímidas a las que hay que tratar con extremado cuidado, sin molestarlos, con una flotabilidad perfecta para disfrutar de su belleza sin llegar a extresarlos. Las sensaciones que nos regalan estos seres no se difuminan sino que se amplifican en el tiempo. Aunque seas un buceador experto que los ve con frecuencia nunca te defrauda su encuentro y por supuesto no se convierte en algo monótono. Siempre es magnífica esta increíble experiencia.
El cuerpo de los caballitos de mar está cubierto por una armadura de placas óseas. Para nadar adoptan una posición erecta y se desplazan impulsándose con su aleta dorsal. El desplazamiento vertical lo consiguen mediante sus aletas pectorales y ajustando la flotabilidad con las vejigas natatorias. Poseen una cola prensil que se enrolla en espiral y con la que se aferran a plantas subacuáticas y corales.
Su mecanismo de defensa es el camuflaje. Son capaces de desarrollar largos filamentos de piel o cambiar de color para mimetizarse con su entorno. Para comunicarse entre ellos producen una especie de chasquido rozando una parte del cráneo con las placas óseas externas de la cabeza. Respiran mediante branquias. Sus fosas olfativas se encuentran delante de los ojos. Su oído está formado por pequeños huesos llamados otolitos con los que reciben vibraciones externas. Tienen un magnífico sentido visual, con ojos que se mueven independientemente entre sí. Se alimentan de pequeños crustáceos que forman parte del zooplacton. Aspiran la presa a través de su hocico óseo con un rápido movimiento de cabeza.
Para su reproducción han desarrollado un cortejo de gran belleza. Despliegan un baile ceremonial tras el que la pareja de caballitos entrelazan sus colas. La hembra transfiere sus huevos a la bolsa incubadora del macho. Los huevos fertilizados se convierten en diminutos caballitos de mar en el interior de la bolsa del macho. Las crías son réplicas en miniatura de sus padres. Dependiendo de la especie tienen de 10 a 400 crías. La reproducción se produce cuando aumenta la temperatura del agua. Parece ser que también influyen otros factores como la luz, las corrientes y la turbidez.
Los “hippocampus” se han adaptado prácticamente a todos los mares del planeta. Son más frecuentes en aguas templadas y tropicales, normalmente a poca profundidad. Viven entre corales, bosques de fanerógamas marinas, manglares… aunque también en fondos de arena agarrados a cualquier pequeña estructura.
Se han descubierto 54 especies diferentes dentro del género “hippocampus”. Muchas de ellas están catalogadas como “vulnerables”, “amenazadas” y “en peligro de extinción”. Lo que está claro es que los caballitos de mar están en regresión en todo el planeta. Cada año se capturan toneladas de caballitos de mar por sus supuestas propiedades curativas dentro de medicinas tradicionales asiáticas. También son víctimas de capturas para acuarios o para disecarlos. Otro factor evidente de su declive es la pérdida de sus hábitats. La regresión de los bosques de fanerógamas, de los manglares, de los arrecifes de coral desemboca en la pérdida de los ecosistemas en los que viven los caballitos. La presencia de estas criaturas es indicativo de la buena calidad de las aguas de las zonas en las que habitan.
Fotografías realizadas por Celia García en los fondos de La Herradura
Enlaces
https://openwater.es/puntos-de-inmersion/
http://www.rafafdez.com/portfolio/fish
Añadir Comentario